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Columna: Tenencia responsable de mascarillas

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  • 19 Enero, 2022

Nelson Vásquez Farreaut
Biólogo Marino
Profesor del Departamento de Biología Marina -UCN
Codirector del programa Científicos de la Basura
nelson.vasquez@ucn.cl

A raíz de la pandemia provocada por COVID-19 han cambiado muchas cosas y posiblemente muchas de ellas han llegado para quedarse. Una de estas ha sido la utilización cotidiana de mascarillas como elemento de protección personal, las cuales nos están comenzando a generar algunos problemas. Las mascarillas se han convertido en un nuevo ítem de basura que rápidamente ha estado contaminando diferentes espacios públicos como calles, parques, cerros, bosques y playas (Okuku et al., 2021; De-la-Torre et al., 2021). Lo curioso, por así llamarlo, es que un elemento que surge como un mecanismo de protección a la salud personal y comunitaria, se estaría transformando a su vez en un elemento de inseguridad para la salud personal, comunitaria y ambiental.

En estudios previos a la pandemia (años 2008, 2012, 2016) realizados a lo largo de la costa chilena por el programa de ciencia ciudadana Científicos de la Basura (www.cientificosdelabasura.cl) nunca se encontraron mascarillas. No obstante, entre abril de 2020 y marzo de 2021, sólo en la playa La Herradura (Región de Coquimbo) fueron recolectadas 497 mascarillas (Thiel et al., 2021) y entre abril de 2021 a la fecha ya han sido registradas más de 900 en 240 días efectivos de muestreo (datos no publicados). Varias de estas mascarillas son reutilizables, pero hechas con telas que contienen fibras plásticas como Polyester. La gran mayoría son mascarillas desechables fabricadas con tela Moltblown que contiene Polipropileno, elemento que también es un tipo de plástico, y por lo tanto, al igual que la gran mayoría de la basura encontrada en las playas de Chile, las mascarillas contribuyen a aumentar el plástico en el ambiente. El problema es que el plástico es un elemento sintético que no se biodegrada, sino que se va fragmentando con el paso del tiempo en pequeños trocitos o filamentos de plástico que permanecerán en el ambiente por cientos o miles de años. Podría decirse, entonces, que en paralelo a la pandemia provocada por el COVID-19 existe la pandemia de las mascarillas de plástico.

La situación no es buena. Nos enfrentamos a un elemento que surge como un equipo de protección personal para evitar daños a la salud, pero estamos a la vez generando un nuevo tipo de basura de origen plástico en el ambiente que además podría contribuir a propagar el  COVID-19, ya que sin duda muchas de estas mascarillas presentes (botadas) en el ambiente pudieron ser mascarillas de personas que presentaban COVID-19.

¿Qué hacemos entonces? Afortunadamente, esta situación la podemos revertir con soluciones muy fáciles y al alcance de nuestras manos. Lo primero, y lo más fácil, es ser cuidadosos con todo aquello que llevamos a la playa (o a cualquier otro espacio natural) evitando abandonar ahí nuestros desechos. ¿Cuánto nos toma llevarnos nuestras mascarillas (y demás desechos) al hogar y botarlos en el tacho de la basura? Lo otro que podemos hacer es invitar a las autoridades locales y/o concesionarios de playas a disponer en estas (y en cualquier otro espacio natural) contenedores para mascarillas, muy parecidos a aquellos donde se depositan las botellas de vidrio para su reciclaje, aunque de menor tamaño y con recolección frecuente, de modo que una mascarilla que se deposite adentro no pueda salir fácilmente de ahí por efecto del viento u otra razón; es decir, generemos una tenencia responsable de mascarillas.

No continuemos contaminando el ambiente, ni contaminándonos a nosotros mismos a causa de un elemento fabricado para proteger nuestra salud y la salud de todos.

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