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Columna de opinión: Patrimonio Ferroviario en la Región de Coquimbo

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  • 30 Septiembre, 2020

 

 

Columna de Marco Sandoval Ormazábal, Licenciado en historia y Magíster en Gestión Cultural y Director del Museo del Limarí.

 

 

 

En nuestro país, a fines del siglo XX, el ferrocarril como sistema de transporte decayó. Como una manera de rescatar y conservar este mundo que se batía en retirada, muchas instituciones, comunidades y personas naturales sensibilizadas con el tren, iniciaron un proceso por tratar de rescatar “algo” de este sistema, lo que llevó a que muchas “piezas” fueran protegidas bajo el amparo de la ley de Monumentos Nacionales.

La energía del vapor dejó de ser usado formalmente para Ferrocarriles del Estado en 1983. La empresa se estaba preparando para celebrar, al año siguiente, sus 100 años de vida, -había sido creada en enero de 1884- realizando una serie de actividades que se resumen en la reparación de la locomotora a vapor N° 903 (MN) en la zona central para operar trenes de época; la creación de un Museo Ferroviario en Santiago; la operación del Tren Museo, que recorrería el sur del país con actividades culturales; la edición de sellos postales conmemorativos y en paralelo, se formaba la Asociación Chilena de Conservación del Patrimonio Ferroviario, quienes se atrevían a organizar, junto con EFE, los primeros “Viajes del Recuerdo” en la región de la Araucanía.

En Chile, la protección del patrimonio ferroviario se inicia con fuerza en los ’80, si bien, el equipo más antiguo declarado Monumento Nacional es la locomotora Copiapó, la que obtuvo la categoría en 1952 y que actualmente se conserva en la Escuela de Minas de la Universidad de Atacama. La temática ferroviaria se encuentra representada por dos museos ferroviarios formales; mas de 234 “piezas” protegidas por la ley, distribuidos en gran parte del territorio, como son el Viaducto del Malleco (1890); la Estación Mapocho (1912); la estación de Salamanca o el mural de la Historia de La Serena de Gregorio de la Fuente en la ex estación de la ciudad.

Dentro del patrimonio ferroviario consideramos a los bienes muebles como locomotoras, coches, vagones, entre otros y los inmuebles como la infraestructura ferroviaria representada por puentes, talleres, maestranzas y otros.

En tanto, la conservación del patrimonio ferroviario en nuestro país ha sido compleja, por cuanto las piezas que son dadas de baja dejan de prestar el normal servicio para la cual fueron creadas, es poco probable reciclar este material o darlo otro uso, debido a sus dimensiones, recursos económicos y grado de especialización para el que fueron construidos. E incluso, a pesar de haber sido declarados MN, es poco probable que vuelvan a ser utilizadas. Ni pensar en criterios de conjunto como una estación o una casa de máquinas y más difícil es pensar en una zona de amortiguación, por la cantidad de terreno involucrado o por el volumen del equipo, entre otros factores.

Si bien le corresponde al Estado el garantizar acciones dirigidas a recuperar, salvaguardar y divulgar el patrimonio cultural nacional, mediante la investigación, educación, promoción y conservación, es importante que la comunidad, como lo ha hecho en algunos casos, busque la manera de proteger estos bienes que formaron parte de sus formas de vida, como ocurre con parte de los vecinos de la ex estación de Ovalle, que tratan de mantener vivos sus recuerdos en torno al tren.

El turismo ha sido un aliado valioso para rescatar, conservar y difundir nuestro patrimonio.

Finalmente, queremos hacer patente la importancia que ha tenido el ferrocarril en el desarrollo del país y en la región de Coquimbo en particular, y que hoy, necesita seguir sumando apoyos para continuar profesionalizando su conservación y puesta en valor, para el disfrute de la comunidad nacional e internacional.

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