Por:
Marcela Cortés Sepúlveda
Académica de la Facultad de Medicina
Universidad Católica del Norte
La aparición de una pandemia sin precedente en tiempos modernos, ha generado una serie de alteraciones en la vida diaria. El temor de las personas de asistir a sus controles a los Centros de Salud ha generado una baja importante en las atenciones y diagnóstico de patologías no relacionadas al Covid-19.
Según datos de la OMS, más de la mitad (53%) de los países ha interrumpido parcial o totalmente los servicios de tratamiento de la hipertensión. Algo similar ocurre en el caso de la diabetes (49%), cáncer (42%) y emergencias cardiovasculares (31%).
Esto, en el mediano y largo plazo generará una nueva crisis, relacionada con el empeoramiento de la salud de la población que requiere controles y monitoreo periódico, así como un aumento en las listas de espera. Este fenómeno ya se está viendo en Europa.
Un estudio publicado en el Journal of NeuroInterventional Surgery muestra que, en Estados Unidos, los pacientes con accidente cerebrovascular isquémico están llegando a hospitales y centros de tratamiento un promedio de 160 minutos más tarde, en comparación con un período similar en 2019, algo que de acuerdo a los autores está afectando tanto la supervivencia como la recuperación de los pacientes.
Según una publicación de Clínicas de Chile, el temor de contagiarse de Covid-19 ha generado que las personas retrasen sus controles o no vigilen de manera adecuada sus patologías: las consultas bajaron un 65%, mientras que los exámenes no realizados llegaron a la abrumadora cifra de 5.347.953, lo que representa un -46% con respecto al año anterior. Asimismo, fueron más de 68 mil las intervenciones quirúrgicas que no se llevaron a cabo (-65%). Todo esto, fue difundido a fin de alertar respecto a las consecuencias de la falta de control y monitoreo de patologías.
Algo que sin lugar a dudas ha venido a mitigar en parte el escenario antes señalado, ha sido el desarrollo de un ecosistema digital con soluciones tecnológicas que aproximen a los prestadores sanitarios a los pacientes, aprovechando el uso de plataformas y herramientas digitales que permiten el monitoreo y seguimiento de pacientes. Es así como -en el escenario nacional donde la falta y concentración de médicos es una limitante para la atención de salud- el impulso brindado por esta crisis sanitaria a la incorporación de tecnologías, ha llevado a acelerar procesos tales como el reconocimiento de prestaciones como telemedicina e incluso prestaciones brindadas por profesionales no médicos, por vía remota.
Chile, a diferencia de otros países en Latinoamérica, cuenta con una cartera diversa de atenciones que son brindadas por vía remota tanto en el sector público como en el sector privado de salud. Esto, resulta esperanzador no sólo por la variedad de prestaciones a las cuales es posible acceder sino porque, el país cuenta con una institucionalidad que se encuentra resguardando -desde diferentes ámbitos- no solo elementos técnicos de la prestación sino que el resguardo de la información generada y la calidad del proceso de atención.
La pandemia, ha acelerado la implementación de una estrategia, consignada en políticas de Salud digital.
En este nuevo escenario, el rol de la Universidad como catalizador de procesos, debe alinearse con los nuevos desafíos que impone la digitalización sanitaria, generando el punto de inflexión de la velocidad de adopción de las tecnologías mediante la formación del recurso humano con competencias digitales así como de la generación de soluciones tecnológicas y modelos de atención requeridas por este nuevo escenario.
Quien no entienda este cambio de paradigma tecnológico y relacional, quedará irremediablemente obsoleto en el próximo lustro.
