El profesor Enzo Moglia enseña matemáticas y astronomía a los niños de Isla de Pascua, y lidera el Planetario Rapa Nui. La semana pasada dio a conocer su trabajo en la Quinta Cumbre de Educación y Difusión de la Astronomía.

 

La fascinación por las estrellas, de una u otra forma, siempre estuvo allí. Cuando el ingeniero en alimentos Enzo Moglia —hoy profesor de matemáticas de la escuela San Sebastián de Akivi, en Isla de Pascua—, habla sobre ellas, algo parece cambiar en su voz. Sube el tono, se emociona, atropella las palabras. A los siete años, cuenta, en la biblioteca de sus padres en Santiago, encontró un libro que despertó ese interés: Cosmos, del mítico divulgador Carl Sagan, en donde explica y retrata el universo. Pero no sería hasta treinta años después que podría estudiarlas, enseñar sobre ellas e incluso participar en espacios cruciales como la Quinta Cumbre de Educación y Difusión de la Astronomía —que se realizó la semana pasada en Temuco, y en la que fue el participante que viajó desde más lejos—, el encuentro anual de astroeducadores que busca compartir distintas experiencias en educación y divulgación de la astronomía.

El profesor Enzo Moglia lleva cuatro años impulsando el interés por la astronomía en Isla de Pascua.

—Desde muy pequeño me pareció fascinante cómo el ser humano, desde sus orígenes, ha tenido siempre la mirada puesta en el cielo, en las estrellas —dice Moglia, de 46 años, al teléfono desde Temuco—. Primero para guiarnos, usándolas como calendario, después para despertar la curiosidad científica, capaz de provocar una revolución con cada descubrimiento y, finalmente, con la necesidad de decir ¡tenemos que llegar allá!

Pero en su vida primero llegó la Ingeniería en Alimentos, que estudió en la Universidad Iberoamericana de Ciencias y Tecnología. Durante 15 años trabajó en eso, aunque siempre supo que quería ser profesor. Por eso, en 2013 se especializó en Pedagogía en Matemáticas en la Universidad Alberto Hurtado. Ese mismo año visitó Rapa Nui y, dice, se enamoró de la isla; del paisaje, de la cultura, de la gente. Por eso, dos años después —una vez que terminó la pedagogía—, decidió volver, pero está vez como profesor de la escuela San Sebastián de Akivi. Su plan era hacer lo que siempre había querido: hablar sobre las estrellas.

 

“La idea es relacionar la cultura Rapa Nui con las estrellas, pensado desde la interculturalidad para posicionar, preservar y divulgar la cultura étnica local. En ese sentido, los niños son claves: aprendiendo astronomía viajan, se les abre la mente, hacen preguntas y se dan cuenta de que realmente somos un granito de arena”, dice Enzo Moglia.

 

—En 2016 todo siguió cambiando: en la isla se realizó un congreso de supernovas y llegaron científicos de todas partes del mundo —cuenta—. Uno de ellos, Francisco Foster, donó telescopios a distintos colegios y, entre ellos, al nuestro. Ya con un telescopio en la sala de clases, había que hacerlo: tomé distintos cursos, diseñé un taller de astronomía y, al mismo tiempo, comencé una investigación sobre la arqueología de Rapa Nui y su relación con las estrellas.

Moglia viajó hasta Temuco para la cumbre de astroeducadores, donde conoció a José Maza.

Ese taller, que partió con sólo dos alumnos —entre seis y siete años— hoy ya cuenta con más de una veintena de estudiantes, de básica y media. Allí, Moglia enseña cosas que leyó por primera vez en el libro de Carl Sagan, y que lo deslumbraron cuando era niño: el estudio de los astros, la importancia de las estrellas en la arqueología —desde una perspectiva pascuense— y las distintas formas de mirar e intentar comprender el universo. A la par, ayudó a sacar adelante el proyecto del planetario de la isla, que llevaba cinco años en construcción. Hoy es el director del lugar y uno de sus objetivos principales es enseñar la cosmovisión rapanui, la mitología pascuense y educar a los niños sobre la belleza de las estrellas. Moglia lo explica así:

—La idea es relacionar la cultura Rapa Nui con las estrellas, pensado desde la interculturalidad para posicionar, preservar y divulgar la cultura étnica local. La isla es una población muy limitada, de sólo 7.500 habitantes, por lo que el interés que se puede generar depende de saber llegar bien a ese público. En ese sentido, los niños son claves: aprendiendo astronomía viajan, se les abre la mente, hacen preguntas y se dan cuenta de que realmente somos un granito de arena. Así nace el interés por la ciencia, de una forma entretenida, que les hace sentido.

Ese trabajo, que ha realizado con el apoyo de Edmundo Edwards —uno de los investigadores que más sabe sobre la arqueología polinésica, luego de pasar cinco décadas estudiándola— lo llevó hasta Temuco para participar en la Quinta Cumbre de Educación y Difusión de la Astronomía. En ella, expuso los avances que ha realizado en los últimos cuatro años en Rapa Nui: dio a conocer su taller —que ha llevado a astrónomos a exponer en las salas de clases—, y cómo la experiencia del planetario ha logrado convocar a estudiantes, profesores y turistas. Y recibió, de parte de parte de científicos y profesores de todo el país, nuevas fórmulas para conseguir que más alumnos se interesen, tal como él cuando era niño, en conocer los misterios que esconden las estrellas.

 

Texto: Carolina Sánchez