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La importancia de la investigación científica en la carrera por la vacuna contra el COVID-19

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  • 2 Junio, 2020

Revisa la conversación que tuvimos con el académico Luis Mercado, inmunólogo de la PUCV, acerca de la investigación científica que existe tras el desarrollo de una vacuna y cuáles son las posibilidades de contar con ella en un corto plazo.

Ante la urgencia que existe a nivel mundial por contar con una cura que haga frente a la pandemia por el coronavirus, se difunden a diario noticias sobre los avances que han tenido el desarrollo de nuevos prototipos de vacunas en China, Estados Unidos, Alemania, Gran Bretaña e incluso Chile, por solo nombrar algunos. Pero,  ¿qué tan cierto es que se pueda desarrollar una vacuna en poco tiempo que nos ayude a combatir esta pandemia?

Según una nota publicada el 29 de mayo, por La Tercera, “son más de un centenar los laboratorios en el mundo que están trabajando en desarrollar una o varias vacunas contra el nuevo coronavirus. De ellos, diez han llegado a la fase de ensayos humanos”. Sin embargo, el camino que va desde el ensayo de una vacuna hasta que esta esté disponible para el uso en la humanidad no es tan simple, y conlleva variados protocolos y cuidados que son importante tener presentes.

Las claves para el desarrollo de una vacuna

Al respecto en Explora Valparaíso conversamos con el académico e inmunólogo de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV), Luis Mercado, quién nos señaló que “la velocidad en la obtención de una vacuna, depende de qué tan pronto se encuentren las secuencias epítopes”.

¿Pero qué son los epítopes? Los epítopes son pequeñas secuencias de aminoácidos que forman parte de una molécula de un patógeno (organismo capaz de producir enfermedad) y que lo identifican como tal, es decir lo hacen único en su especie. Al identificar esta secuencia de epítopes es posible producir una respuesta inmune, como una vacuna, que sea capaz de provocar que el cuerpo humano produzca anticuerpos contra ese patógeno en particular, combatiendo así la enfermedad.

Al respecto el académico cuenta que “una vez obtenida- las secuencias de epítopes- debe validarse que el cuerpo humano produzca anticuerpos contra esos epítopes del virus en particular. Inicialmente esto se prueba en modelos animales, y puede tomar unos meses, luego cuando el proceso se escala a nivel humano, requiere muchos permisos sanitarios y bioéticos. Posteriormente, si los resultados son exitosos, la producción masiva de los epítopes para obtener la vacuna, es una etapa también compleja, que en síntesis puede tomar años de esfuerzo científico tecnológico”.

Por lo tanto la posibilidad de lograr una vacuna en un periodo de 18 meses, como propusieron variadas voces- entre ellas el presidente de Estados Unidos a comienzos de abril- es arriesgada. “En períodos tan cortos de tiempo lo que se puede desarrollar son prototipos para uso restringido, o de ser validados podrían ser destinado principalmente al personal sanitario. Pero es muy difícil pensar que en un plazo de 18 meses esté disponible para que todas las personas sean vacunadas a nivel mundial. Especialmente se debe considerar que conocemos muy poco de la respuesta inmune contra el virus, esto quiere decir que una inmunización puede activar la inmunidad de la manera exacta que ocurriría frente al virus, o activar otra ruta, que podría o no ser eficiente”, señala el experto.

La importancia de la investigación y la inversión en ciencia

Para acelerar el desarrollo de una vacuna que ayude a contener la expansión del virus, existen variados mecanismos que son usados por los distintos laboratorios. Además de los avances de cada investigación, los y las científicas también cuentan con la experiencia en la fabricación de anticuerpos contra otros virus o de otros coronavirus, que pueden servir de ayuda para frenar estas nuevas enfermedades. Un ejemplo de ello es la experiencia del equipo del Instituto de Inmunología e Inmunoterapia de la Pontificia Universidad Católica, liderado por el Dr. Alexis Kalergis, quienes han llevado con éxito la invención y obtención de una vacuna contra otro virus de afectación respiratoria, el virus sincicial.

“Este grupo posee experiencia en generar una vacuna contra un patógeno viral que afecta las vías respiratorias. Esto es una experiencia importante para enfrentar la obtención de una vacuna contra SARS-CoV 2, ya que en la formulación de la vacuna y la polarización de la respuesta inmune deseada se debe considerar el órgano blanco, que en este caso es el pulmón”, cuenta Mercado, agregando además que es posible pensar en la realización de esta vacuna en el país, pero para ello hay que tener en cuenta la inversión “Sí es posible pensar en un desarrollo de esta envergadura en nuestro país, de hecho el grupo del Dr. Kalergis trabaja en una vacuna contra SARS Cov 2, avanzando con buenos resultados en la primera etapa de encontrar epítopes reactivos útiles contra el patógeno. El camino que sigue obviamente requiere de una importante inversión en recursos para la investigación”.

Frente a eso, nuestro país lanzó un fondo de $2.300 millones para la investigación científica sobre el COVID-19 que tiene como fin aportar al desarrollo de nuevas herramientas y estudiar el impacto del coronavirus desde las distintas áreas del conocimiento. Asimismo se han implementado y acondicionado nuevos centros y laboratorios para el análisis de exámenes PCR, que ayuden a la entrega de datos para enfrentar la pandemia.

Pensar más allá de la vacuna

Además de la ansiada vacuna, es posible que existan otras estrategias para combatir el virus. Una de las alternativas que ya se ha utilizado, es la inmunidad pasiva. “Este concepto se refiere al uso de anticuerpos generados en una persona que ha sufrido infección por SARS-COV-2 y que se ha mejorado de COVID-19, lo que se conoce como pacientes recuperados. En estas personas se han encontrado niveles de inmunoglobulina (IgM e IgG) capaces de reconocer el virus. Entonces estas personas pueden ser dadoras voluntarias de sangre (…) Estos anticuerpos son inyectados a pacientes infectados/as, quienes pueden tener una recuperación, especialmente en los casos más complicados”, afirma Mercado.

Sin embargo, el experto señala que existen limitaciones como que el número de dadores potenciales no debe poseer otras patologías transferibles a través del plasma; o que existen reportes nacionales e internacionales que dan cuenta que el volumen de plasma enriquecido con inmunoglobulina no es tan alto como para ser aplicado en muchas dosis.

Otra alternativa a barajar podrían ser los inmunoestimulantes, los que debiesen ser usados con precaución ya que podrían tener efectos pro-inflamatorios, y, la inflamación pulmonar es la principal causa para necesitar ventilación mecánica, por lo que según señala el académico estos podrían ser útiles más bien en una condición previa a la exposición al virus.

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