“Teatro y ciencia”, cuando el saber se alinea con las artes, el resultado es magia

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  • 25 Noviembre, 2019

Explicar fenómenos de la naturaleza a través del teatro es la tarea de Teatro y Ciencia, iniciativa que pertenece al PAR Explora RM Sur Poniente y que tuvo la asesoría de destacados artistas del Teatro Nacional Chileno.

Wiñol tripantu es la ceremonia de año nuevo del pueblo mapuche. Desde el hemisferio sur, el mundo occidental conoce este fenómeno como solsticio de invierno, que es el momento del año en que el sol más se aleja de la tierra. La palabra solsticio viene del latín sol sistere, que significa “sol quieto”. Todas las culturas del mundo han buscado distintas formas de comprender este fenómeno, lo que evidencia la importante relación que ha tenido el ser humano con este astro desde los albores de su existencia. El Wiñol Tripantu fue el mito que escogieron los estudiantes del Complejo Educacional Maipú para llevar a las tablas.

 

Teatro y Ciencia es una iniciativa propia del PAR Explora RM Sur Poniente que busca involucrar a los estudiantes de enseñanza básica y media de diferentes colegios de la zona con el teatro y las artes escénicas en sus múltiples aspectos. En el transcurso del año, los estudiantes escogen qué tema representar, si relacionado a las ciencias naturales o a las ciencias sociales y dentro de esta opción, ha preponderado la representación de rituales de pueblos indígenas de distintas partes del país. Los asesores científicos trabajan con el grupo de estudiantes y sus profesores para elaborar un guión coherente, interesante y cargado de aprendizaje.

 

Raúl Domenech es antropólogo y asesor científico del grupo que escogió representar el Wiñol Tripantu. Su labor es aportar con ciertas precisiones sobre los contenidos a tratar. “En vez de inventar cosas, yo les sugiero usar rituales que sí existieron y que muchos de ellos se siguen practicando”, señala.

 

 

Uno de ellos es el Mongenthún, baño espiritual en aguas del río que las familias mapuche practican para recibir el año nuevo. Con este ritual, buscan limpiarse de las energías del pasado y abrir el camino a las nuevas. Raúl sugirió complementar con esta escena el guión que llevaban elaborado los jóvenes del colegio al que asesora, con el objetivo de nutrir con contenido más robusto y mayor aprendizaje histórico sobre lo que buscaban contar. “Nosotros solo conocemos a nuestros pueblos originarios por la historia oral, por lo tanto debemos tratar de acercarnos lo más posible a ese relato si queremos revitalizar y recuperar estas historias de la manera más completa posible, abarcando todos sus aspectos para que no se pierda ningún detalle”, explica Domenech.

 

El otro aspecto de la elaboración de la obra lo llevan a cabo los actores del Teatro Nacional Chileno, que aportan desde la expresión corporal. En este sentido, el dramaturgo y director Ramón Griffero explica: “Para el teatro, lo único que se necesita es emoción y cuerpo, y eso los chicos ya lo tienen. Acá tenemos un escenario, pero no es solo un escenario, es un lugar que soporta nuestro imaginario, que soporta nuestros sueños y donde todo puede pasar sin límites. Lo bonito del teatro es que nombra lo que no existe y, cuando lo nombra, lo hace aparecer”.

 

 

Las asesorías entregadas por el dramaturgo, consisten en ejercicios de voz, expresión corporal, manifestación de las emociones, y apropiación del espacio y del cuerpo. “El teatro te permite ampliar el mundo, permitirte caminar por el sol, hablar con los habitantes del sol y, todo eso está motivado por la ciencia, por lo que no es una contradicción, sino que el conocimiento científico nos ha permitido ser creativos y querer llegar más allá de la realidad”, explica el actual Premio Nacional de las Artes.

 

Paulina Urrutia forma parte de los asesores del Teatro Nacional Chileno

 

Domenech cuenta que en el proceso de apoyo en el guión de la obra, ha descubierto la labor pedagógica. Le ha tocado asesorar a estudiantes de distintas edades e historias muy diferentes en momentos de elaboración del guión que difieren mucho entre un grupo y otro, algunos con guiones bastante avanzados y otros aún no tan definidos. “Principalmente les sugiero sentir lo que están contando, creer en lo que están diciendo, entender los mitos, no solo representarlos, interiorizarlos y disfrutarlos, no sacralizar a los indígenas como personas pertenecientes a un pasado que siempre fue mejor, no se trata de eso, se trata de contar las historias que nos dan identidad latinoamericana y que también es una visión del mundo que existió por cientos de años”, señala.

 

Los niños, niñas y jóvenes de los 15 colegios que conforman la iniciativa Teatro y Ciencia son quienes más han disfrutado este acercamiento a contenidos desde una forma innovadora. Su participación comienza como una forma de pasar más tiempo con sus amigos hasta que deciden apropiarse del teatro como herramienta. “El teatro no solo ha logrado que me exprese mejor, sino que también me enseñó a trabajar en equipo, a ocupar mi cuerpo para decir cosas, me enseñó a no tenerle miedo a las sensaciones nuevas”, cuenta Catalina Castro, estudiante del 7mo A del Complejo Educacional Maipú.

 

René Barraza de 5to básico, cuenta que su motivación para participar en el taller fue “expresarme mejor emocionalmente, no sólo comunicarles cosas a las demás personas a través de lo que digo, sino que ocupando mi cuerpo, moviéndome. Este taller me enseñó sobre cosas de los mapuche que yo no sabía y que me encantaron. Siento que voy a aprender siempre cosas si sigo viniendo”.

 

Un avance de las  las obras de teatro realizadas por los estudiantes se presentarán el 29 y 30 de noviembre  en  dependencias de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile.

 

 

 

 

 

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