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Columna de opinión: Las letras de la ciencia

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  • 8 Octubre, 2019

Las ciencias naturales tienen mucho de comunicación, así como las ciencias sociales tienen mucho de indagación. No somos uno sin lo otro.  Conoce cómo se vinculan las disciplinas y la importancia de ser curiosos, en esta entretenida columna.

Por: Dra. Arlyn Orellana McBride

Periodista y Académica del Departamento de Ciencias Sociales

Universidad de La Serena

¿Eres de letras o de ciencias? Es una pregunta que todavía suena en labios de muchos jóvenes escolares o universitarios. Una pregunta que nos remonta a mediados del siglo pasado, cuando Charles Percy Snow, en la ciudad de Cambridge, dictó una conferencia titulada Las dos culturas. En ella diferenciaba y caracterizaba a intelectuales literatos y a científicos, como dos polos con un abismo de incomprensión mutua.

Mucha agua ha pasado ya bajo el puente desde entonces y muchos autores han señalado y argumentado la incorrección de esta forma de separar artificialmente la realidad en estos “mundos” diferenciados. Si bien, la dedicación especializada a un tema en especial nos ha llevado a revelar información a niveles profundos, este acercamiento a la realidad nunca será completo si no descorremos juntos el velo de la ignorancia. Ambas culturas, unidas en una aproximación sistémica, permiten avanzar en esta carrera.

La cultura de una sociedad no sólo se conforma de tradiciones, costumbres o determinada información.  También confluyen en ella las prácticas, científicas o no, y los valores de un determinado grupo social.

Mis alumnos de la carrera de Periodismo de la Universidad de La Serena, se sorprenden cuando al iniciar la asignatura Ciencias de la Comunicación, comenzamos leyendo La ciencia, su método y su filosofía, del filósofo argentino Mario Bunge. Les sorprende que en primer año de estudios superiores “humanistas” o “sociales” tengamos que reflexionar sobre la ciencia. Quizás sea un poco aterrador, para alguien que tuvo alguna mala experiencia con la tabla periódica o con ubicar la mitocondria en la célula, el solo hecho de volver a hablar temas científicos. Pero así es la vida, la comunicación no se libra de la ciencia…es más, la comunicación es fundamental para la ciencia.

Biología, física, electromagnetismo, neurobiología, por mencionar sólo algunas disciplinas científicas,  estudian, explican y necesitan la comunicación.  No podemos entender el fenómeno de la radio, la televisión y el internet sin ciencia, sin tecnología. No podemos comprender cómo la comunicación conforma nuestro mundo, sin la ciencia.

Hipótesis, objetivos, métodos, investigación. Conceptos habituales para alguien “de ciencia”. Pero ¿qué son? Palabras. Son letras, se expresan y se entienden gracias a las normas morfosintácticas, a la semántica o a la pragmática.

La ciencia en las letras, las letras en la ciencia. No somos uno sin lo otro.  En los niños se encuentra ese agudo espíritu científico, cuestionador insaciable. Y las preguntas las hacen antes de que nunca nadie les haya dicho, pero tú ¿eres de letras o de ciencias?

Las ciencias naturales no podrían existir sin la comunicación; y, ¡peor aún!, no podrían haberse desarrollado como lo han hecho sin las ciencias sociales. Los estudios sociales de la ciencia, menos de una década después de la división de las culturas señalada por Snow, comienzan a evidenciar los fuertes lazos que unen a las letras y la ciencia.

Una tarde, muchos años atrás, estaba con mi hermano recostada sobre el pasto del antejardín de nuestra casa. Mirábamos el cielo, como hacen muchos niños, pero nosotros discutíamos ¿quién se mueve: la Tierra o las nubes? Cada uno argumentaba desde su propio conocimiento. Él había aprendido en el colegio que la Tierra gira alrededor del Sol; por lo tanto, sin lugar a dudas era obvio que la Tierra se movía. Y yo observaba que el viento tenía la fuerza de mover objetos, algunos bastante pesados por lo demás, ¿cómo no iba a poder mover las nubes?

¿Y qué usábamos para plantear el problema, discutir los argumentos, rebatir y buscar consenso? Palabras. Era un tema científico, ¿verdad? Y usábamos letras.

La ciencia en las letras, las letras en la ciencia. No somos uno sin lo otro.  En los niños se encuentra ese agudo espíritu científico, cuestionador insaciable. Y las preguntas las hacen antes de que nunca nadie les haya dicho, pero tú ¿eres de letras o de ciencias?

 

Foto: https://mba.americaeconomia.com/

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