La doctora en Física Dora Altbir recibió el Premio Nacional de Ciencias Exactas 2019 por sus aportes a la nanociencia y la nanotecnología, un área fundamental para el desarrollo industrial de nuestro país, y por sus esfuerzos para disminuir la brecha de género en las ciencias.

 

En un principio, dice Dora Altbir, su ambición era conocer y comprender mejor el mundo que la rodeaba, y esa curiosidad la llevó a estudiar Física en la Universidad Católica. Un laboratorio parecía el lugar indicado para buscar respuestas a sus preguntas.

—Y ciertamente no me equivoqué —dice la investigadora, de 58 años, hoy directora del Centro para el Desarrollo de la Nanociencia y Nanotecnología (Cedenna), de la Universidad de Santiago.

Altbir fue pionera en el desarrollo de esa disciplina en Chile, un área de investigación que estudia los procesos de la materia a una escala ínfima —millonésimas de milímetro—, y que trabaja con la manipulación de moléculas y átomos para la fabricación de productos nanotecnológicos, que pueden tener impacto en la agricultura, en la medicina o en la computación, entre muchas otras industrias. Luego de cuatro décadas, un doctorado y un posdoctorado en Física, las preguntas aún no se han acabado, dice Altbir; siguen siendo el motor de sus proyectos investigativos.

Este año, se le concedió el Premio Nacional de Ciencias Exactas por su abundante contribución teórica y aplicada en esas materias —ha publicado 116 papers, citados en más de dos mil oportunidades por equipos científicos de todo el mundo, y ha presentado más de diez solicitudes de patentes para proteger sus invenciones—, y por sus esfuerzos para fomentar la presencia de mujeres en áreas dominadas por investigadores hombres. Ya en 2018, esa lucha le había valido un reconocimiento de la Presidencia de la República durante el Día Internacional de la Mujer.

Dora Altbir, Premio Nacional de Ciencias 2019, junto al ministro Andrés Couve.

El jurado que le otorgó el Premio Nacional, compuesto por la ministra de Educación, Marcela Cubillos; los rectores de la Universidad de Chile y la Universidad de O’Higgins, Ennio Vivaldi y Rafael Correa; la presidenta de la Academia Chilena de Ciencias, María Cecilia Hidalgo; y el ganador del premio hace dos años, el astrónomo Guido Garay, destacó su gran contribución al “estudio teórico de nanoestructuras magnéticas, que ha recibido numerosos reconocimientos internacionales por su creatividad y excelencia”, además de “su férrea lucha por derribar estereotipos de género y sus esfuerzos dedicados a la gestión de la ciencia en Chile”.

—Ha sido muy gratificante —dice Altbir—. Espero que este premio sea también inspirador para los científicos que trabajan en esta área, ya que ha logrado mucha atención en nuestra labor.

En el Cedenna, donde lidera a más de 200 investigadores, sus últimas investigaciones han sido en el área de física de la materia condensada, que estudia las características macroscópicas de los materiales, como consecuencia de los principios de la mecánica cuántica, la mecánica estadística, la termodinámica y el electromagnetismo. Altbir está investigando el comportamiento de la materia en sistemas curvos, que presentan una alta complejidad para ser estudiados teóricamente.

¿Cuál ha sido el principal desafío en su carrera?

—La nanotecnología fue una gran meta durante los últimos diez años. Es muy importante haber sido parte del grupo fundador del Cedenna y haber transitado desde la ciencia básica hacia el desarrollo de nanotecnología realizada en Chile. Conseguir que estas tecnologías se inserten en nuestro país es probablemente el mayor desafío que he tenido hasta ahora.

—¿En qué áreas es más relevante el desarrollo nanotecnológico?

—Desde el año 2015 que no hay un área económica en la que no haya aplicaciones basadas en nanotecnología. En medioambiente, hay aplicaciones para eliminar el arsénico y metales pesados de aguas y suelos, atrapar gases como el CO2, mejorar la biodegradabilidad de los plásticos, y usar menos pesticidas y fertilizantes. También en medicina hay múltiples desarrollos que permiten la detección temprana y el tratamiento de enfermedades como el cáncer, y tratamientos para enfermedades oftálmicas, entre muchas otras aplicaciones. A futuro, los límites de lo que podemos esperar de la nanotecnología estarán delimitados solo por la imaginación de los científicos.

 

“Necesitamos políticas que permitan un mejor financiamiento, más jóvenes que estudien carreras científicas y mejores condiciones laborales. Necesitamos también una mayor vinculación con el sector privado, que pueda colaborar en la transformación de conocimiento en aplicaciones tecnológicas, que estén al servicio del país”.

 

¿Chile está bien posicionado en esa carrera?

—El desarrollo de la investigación científica y tecnológica en el mundo, en los últimos 25 años, es gigantesco, y en nuestro país no ha sido diferente. Tenemos muchos más científicos y también hay una mirada, relativamente nueva, que busca el impacto de la ciencia en la sociedad. La internet ha globalizado el conocimiento y, efectivamente, ha eliminado sus fronteras, pero también ha abierto múltiples desafíos que nuestro país debe enfrentar si desea transitar al desarrollo.

—¿Cuáles son los más relevantes?

—Es vital que nuestro país confíe e invierta más en la ciencia a nivel local. Necesitamos políticas de largo plazo que permitan un mejor financiamiento, más jóvenes que estudien carreras científicas y mejores condiciones laborales. Necesitamos también una mayor vinculación con el sector privado, que pueda colaborar en la transformación de conocimiento en aplicaciones tecnológicas, que estén al servicio del país y sean competitivas con la tecnología que se trae del extranjero, que muchas veces no ofrece las mejores soluciones a los problemas que son característicos de Chile.

¿Qué les diría a las jóvenes chilenas que quieren estudiar una carrera científica?

—Que la ciencia no tiene género, ni tampoco la inteligencia. Y que es muy importante que tengan las ganas, la perseverancia y la mejor disposición para trabajar en equipo y continuar aprendiendo y mejorando permanentemente, porque la ciencia es para todas y todos.

 

Texto: Natalia Correa