En el estudio del envejecimiento podría estar la clave para retrasar o incluso eliminar la aparición de enfermedades de alta prevalencia en Chile, como la artritis, la diabetes, el párkinson y el alzhéimer.

 

El modo en que el cuerpo humano se deteriora está escrito en lo más profundo de sus células. Allí, luego de que nuestra especie evolucionara a lo largo de cientos de miles de años, se encuentra codificada la forma y el tiempo que nos toma envejecer. Porque el envejecimiento de un organismo, en esencia, es algo tan simple y complejo como eso: una sumatoria de procesos interrelacionados que determinan en qué momento y de qué manera comienzan a fallar sus células, órganos y sistemas. Por eso también ahí, en nuestro ADN, podría estar la clave para modificar estos procesos y extender la vida de los humanos.

—Hemos patentado muchas tecnologías que buscan revertir lo que ocurre en la vejez y las enfermedades relacionadas a ésta —cuenta Claudio Hetz, doctor en Ciencias Biomédicas y director del Instituto de Neurociencia Biomédica de la Universidad de Chile—. La idea es encontrar los genes y factores que dictan el envejecimiento natural de una persona, para evitar un envejecimiento patológico y aumentar la expectativa de salud.

Claudio Hetz, investigador del envejecimiento y director del Instituto de Neurociencia Biomédica.

Hetz, de 43 años, es parte del equipo de investigadores que fundaron el Centro de Gerociencia, Salud Mental y Metabolismo (GERO), un centro Fondap dedicado exclusivamente al estudio del envejecimiento. Un área que ha cobrado especial relevancia en nuestro país, que para el 2050 tendrá un cuarto de su población sobre los 60 años, con proyecciones de salud preocupantes: se espera que, de las personas sobre 85 años, uno de cada tres desarrolle alzhéimer u otras demencias. La meta de la gerociencia es buscar maneras de extender la vida sana de las personas y retrasar o eliminar la aparición de patologías.

Christian González, doctor en Bioquímica y director de GERO, asegura que la duración natural de la vida humana debería llegar hasta los 116 años —en Chile, la expectativa de vida de la población llega hasta los 80 años—, pero las personas se enferman y mueren mucho antes, por distintas condiciones que llevan a una vejez patológica. Es el caso de las enfermedades neurodegenerativas, como el párkinson o el alzhéimer, en que la edad es el principal factor de riesgo. Lo mismo ocurre con enfermedades metabólicas como la diabetes o la hipertensión, que son más comunes en personas de la tercera edad.

—El envejecimiento comienza a ser patológico cuando tu organismo pierde la capacidad de responder a los estímulos, como el estrés o la inflamación —explica el bioquímico.

 

“Hemos patentado muchas tecnologías que buscan revertir lo que ocurre en la vejez y las enfermedades relacionadas a ésta. La idea es encontrar los genes y factores que dictan el envejecimiento natural de una persona, para evitar un envejecimiento patológico y aumentar la expectativa de salud”, dice Claudio Hetz.

 

En 2014, la comunidad científica internacional determinó los factores moleculares que llevan al cuerpo humano a morir, y definió siete causas del envejecimiento: la inflamación, la regeneración de células madres, el daño macromolecular, el estrés celular, el desequilibrio en las proteínas, el metabolismo y la epigenética (expresión de los genes). Cuando se produce una falla en alguno de esos factores, aparecen enfermedades como la artritis, diabetes, alzhéimer, demencia senil, párkinson e hipertensión arterial, entre otras. Lo que ocurre con la edad, cuenta Claudio Hetz, es que el cuerpo pierde sus equilibrios: ya no tiene la capacidad de eliminar proteínas tóxicas, ni de renovar los tejidos, y acumula células en estado senil, llamadas senoscentes. Además, comienza a auto-atacarse con inflamación crónica y enfermedades auto-inmunes, en donde el cuerpo agrede a las células sanas por error. Una cadena de acontecimientos moleculares que termina en la muerte.

—La gente que llega a vivir hasta cerca de los cien años son extremadamente sanos, casi todos mueren de súbito, no suelen tener enfermedades y probablemente nunca las van a desarrollar —dice González, director de GERO—. Al contrario de la mayoría de la gente, que por diferentes enfermedades se muere entre los 70 y 80 años.

 

Una sola enfermedad

—Hasta hace poco, se pensaba que la vejez era un decaimiento o desgaste natural del cuerpo. Hoy sabemos que el envejecimiento es un proceso biológico controlado, que está determinado por maquinarias moleculares, y lo que falla es la capacidad de mantener el equilibrio en las proteínas y el control de la energía —explica Hetz, quien también es científico asociado del Instituto Buck para la Investigación sobre el Envejecimiento, en Estados Unidos.

Portada de Nature Cell Biology dedicada a la investigación de Hetz y su equipo.

Desde hace dos décadas que estudia los procesos de deterioro del cuerpo humano, y sus avances más destacados han sido en enfermedades neurodegenerativas. De hecho, es considerado uno de los investigadores líderes en la carrera por generar tratamientos para la esclerosis lateral amiotrófica o ELA, la enfermedad que afectó al físico británico Stephen Hawking hasta su muerte, el año pasado, y que daña las neuronas motoras, paralizando el cuerpo.

La última investigación de Hetz fue publicada en mayo, ocupó la portada de la prestigiosa revista Nature Cell Biology, y comprueba la relación directa entre la las maquinarias celulares que producen la energía y las proteínas, dos factores que, cuando pierden su equilibrio, inciden directamente en el envejecimiento del cuerpo. Junto a un equipo de la Universidad de Chile, Hetz detectó que ambos procesos están regulados por un mismo sensor, lo que explica que en enfermedades como la diabetes los dos presentan fallas al mismo tiempo. La clave, entonces, sería alterar el sensor para que siga funcionando de manera correcta.

—Si logramos modificar farmacológicamente estos sensores, mataríamos dos pájaros de un tiro —dice el científico—, mejoraríamos el metabolismo, al poder regular la producción de energía y, además, estaríamos mejorando la producción de proteínas sanas.

Christian González, director del Centro de Gerociencia, Salud Mental y Metabolismo.

Esos resultados, cree Hetz, permiten pensar en todas las patologías de la vejez como una sola cosa. La aparición de una enfermedad, explica, estaría ligada a la aparición de otra: los adultos mayores que tienen diabetes, por ejemplo, es probable que también desarrollen hipertensión. Ahora, lo que busca es comprender la conexión entre los distintos males que tienen como factor común la mitocondria, la central energética de la célula. Si logra entender cómo surgen estas patologías y cómo están interconectadas, se podrían tratar y prevenir.

—La raíz de la mayoría de las enfermedades crónicas es la vejez. Si conseguimos intervenir en ese proceso, lograremos extender el período de vida sana, y así disminuir la incidencia de todas las enfermedades cuyo principal determinante es el envejecimiento: el cáncer, la diabetes, los problemas cardiovasculares y metabólicos —asegura Christian González—. Si logramos que la población envejezca en mejores condiciones, sin patologías, quitaremos presión sobre los servicios sanitarios y las personas.

Hoy, un paciente que padece alzhéimer debe pagar cerca de 600 mil pesos mensuales en tratamientos y cuidados para su enfermedad. Es la tercera causa de muerte en adultos mayores chilenos, y en treinta años más habrá 550 mil personas afectados por ella, según datos del último Estudio Nacional de Dependencia y la Encuesta Nacional de Salud. Por eso, creen en GERO, el estudio de la vejez es un asunto vital para Chile, para el futuro de sus sistemas de salud y para la calidad de vida de sus habitantes.

 

“La raíz de la mayoría de las enfermedades crónicas es la vejez. Si intervenimos ese proceso, disminuiremos la incidencia de cáncer, diabetes, problemas cardiovasculares y metabólicos, y quitaremos presión sobre los servicios sanitarios”, dice Christian González.

 

—Estas enfermedades de la vejez son las que tienen el mayor peso económico para los países y las que tienen la mayor prevalencia —dice Claudio Hetz—. Queremos que la medicina no se enfoque en tratar enfermos, sino en que prolonguemos los períodos de buena salud. Lo que busca la Gerociencia no es solo vivir más, sino vivir más saludable.

 

Texto: Natalia Correa