IGNACIA CALISTO: “A LAS CIENTÍFICAS NOS HA COSTADO ABRIRNOS CAMINO”

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  • 15 febrero, 2019

La geofísica chilena tiene más de una batalla: mientras investiga los terremotos y tsunamis del pasado, busca disminuir la brecha de género en la ciencia.

Dice que su interés no está en el futuro, sino en el pasado, en lo que ocurrió hace doscientos, ochocientos, mil años atrás, bajo los océanos o en las tierras que alguna vez golpearon las olas. Descubrir un tsunami del que apenas quedaron rastros, entender el cómo y el por qué: esa es su obsesión. Y una forma, quizás, de entender cómo enfrentar los que vendrán en el futuro.

Ignacia Calisto, de 37 años, es geofísica de la Universidad de Concepción, doctora en Ciencias Físicas, y ha dedicado gran parte de su carrera a estudiar los terremotos. Pero en 2011, una estadía en Japón —donde trabajó con sistemas de observación de sismos y tsunamis— cambió el rumbo de las cosas: comenzó a estudiar la relación entre ambos fenómenos, y en octubre del año pasado ganó un Fondecyt de Iniciación para analizar las zonas de dos de los mayores eventos telúricos en la historia de Chile: los terremotos de Valdivia 1960 y Concepción 2010, con sus tsunamis. Es precisamente allí, asegura, en donde existen más datos sobre paleotsunamis.

—Si podemos entender cómo se han comportado en la historia —dice—, lograremos hacer mapas más claros sobre el futuro. Se trata de buscar información que pueda ayudar.

Pese a que siempre le fascinaron la física y las matemáticas, le costó muchos años imaginar que podía ser científica. En la universidad, fue una de las siete mujeres de su generación, de las que sólo egresaron tres. Las otras abandonaron. Por eso, y porque dice que en su trabajo la brecha entre hombres y mujeres es algo cotidiano, ha escrito columnas sobre la necesidad de alcanzar la igualdad de género en la ciencia chilena, pertenece a la Red de Investigadoras y suele dar charlas para incentivar a las niñas a estudiar carreras científicas. Los datos son indesmentibles: según la Unesco, en Chile sólo el 32% de quienes hacen investigación en ciencias y tecnología son mujeres.

—Este es un problema histórico. Hay muchas generaciones de investigadoras que han hecho descubrimientos y han sido opacadas. Si lees la historia, las mujeres siempre somos “las estudiantes de”. Nunca un actor relevante.

¿Lo ves como algo propio de la ciencia o del mundo en que vivimos?

—Definitivamente no es sólo de la ciencia. Antes, sin embargo, no podíamos hacer nada. Nos ha costado abrirnos camino y demostrar que somos iguales. Hace años, las científicas tenían que publicar con seudónimos masculinos para que tomaran en cuenta lo que hacían.

¿Por qué las niñas tienen tan pocos incentivos para estudiar ciencia?

—Lo fundamental en esto es la formación en el colegio y en la casa. En el colegio, a muchas niñas les dan a entender que sirven más para lo artístico o lo humanista, y no para lo matemático. Eso provoca que chicas que tienen talento no se atrevan a explorar el mundo de la ciencia y la investigación, y sean relegadas a otras cosas. Si queremos hacer un cambio, tiene que ser un cambio de conducta. Los niños pasan ocho horas en la sala de clases: sólo si allí se enseña que todos podemos hacer de todo, habrá un cambio generacional. Y las científicas tenemos que cumplir un rol activo, demostrarles a las niñas que se puede.

 

“Los niños pasan ocho horas en la sala de clases: sólo si allí se enseña que todos podemos hacer de todo, habrá un cambio generacional. Y las científicas tenemos que cumplir un rol activo, demostrarles a las niñas que se puede”.

 

—¿Qué tanto perjudica ser madre en la carrera científica?

—Es un tema complejo, por la competencia. Si quieres hacer un posgrado o avanzar en tu carrera, depende de la cantidad de publicaciones y proyectos ganados que tengas. Y las mujeres que decidimos tener hijos nos atrasamos, y nos perjudica. ¡Estás fuera ocho meses! Después del postnatal, tampoco es tan fácil reactivarte y retomar el ritmo automáticamente. Todo requiere más tiempo, es complejo. Pero hay cosas que ya están cambiando en Chile.

¿Como cuáles?

—Por ejemplo, el Programa Fondecyt amplió los años que puedes demorar, una vez egresada, en postular a un fondo de Iniciación. Así se logra tomar en cuenta la maternidad, y eso es un gran paso. Pero siguen existiendo problemas en las universidades, donde hay muy pocas profesoras titulares. Es lo mismo: tienes que cumplir ciertos requisitos, no se tiene en cuenta las dificultades extra que puede tener una mujer, y te castigan por no poder cumplirlos. Eso tiene que cambiar.

Esta semana fue el Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia, y tuvo bastante impacto en los medios y en las redes sociales. ¿Qué significó para ti?

—Yo tengo tres hijas. Eso hace crucial mi pelea por decir que las mujeres tengan las mismas posibilidades. ¡Todos nacemos iguales! Yo las veo y sé que pueden ser lo que quieran. Hoy estamos gestando semillas, pero esto culminará cuando las nuevas generaciones tengan un pensamiento distinto. Nosotras luchamos hoy, pero no es para nosotras: es para nuestras hijas.

 

Texto: Carolina Sánchez

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